martes, 23 de octubre de 2012

Testosterona atemporal


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Hace algún tiempo os hablaba de la tercera parte de Men in Black, aprovechando de paso para defender esta infravalorada saga (algo que siempre suelo hacer justo después de aseverar que Dogville es la mejor película europea de los últimos tiempos), y para comentaros lo mucho que me gustan a mí los rollos temporales, con esas descacharrantes paradojas que pueden destruir el universo, esas líneas trazadas por tizas chirriantes en pizarras, y esos maquillajes tan horribles y falsos. De hecho, estas mierdas me gustan tanto que según como me levante puedo proclamar, o no, que Regreso al futuro alcanza a El Padrino como trilogía, y que los capítulos de Futurama dedicados al tema superan con mucho a los mejores de Los Simpson. Si alguien continúa leyendo tras semejante sarta de blasfemias, hoy hablaré, muy al caso, de Looper, el último thriller de ciencia-ficción "seria" (esto es, de trama innecesariamente complicada por momentos). 
   La película del hasta ahora desconocido Rian Johnson (ni idea de cómo se pronuncia el nombre de pila) llega protagonizada por dos actores capaces de llamar la atención por sí solos, pero que aún lo hacen más cuando vienen en pack, y encima haciéndose cargo del mismo personaje en tiempos distintos. Ellos son el guaperas de Joseph Gordon-Levitt, que poco a poco se está labrando una carrera envidiable, y el tipo duro por antonomasia, ni Chuache ni Chuck que valgan (y seguimos con las blasfemias), Bruce Willis. No ahondaré en quién de los dos me parece mejor actor por respeto a la sacrosanta figura de John McClane, pero sólo decir que Willis no ha llegado adonde está valiéndose del método Stanislavski precisamente, sino a base de hostias, tacos y yipikayeismotherfucker. Y no pasa ni media, porque me la sigue poniendo dura. Y cuanto más calvo mejor. 
   Antes del estreno de la película muchos se mostraban escépticos, ya sabéis, por eso de que Willis y Joseph Gordon-Levitt se parecen más o menos lo que yo a Rafa Méndez, pero una vez vista os aseguro que no tenéis nada que temer. Por una parte, porque Marlon Brando y Robert De Niro también se parecían únicamente en el blanco de los ojos y ahí los tienes con sendos Oscars, y por otra, porque han sepultado a Gordon-Levitt bajo tantas toneladas de maquillaje que da el pego, más o menos. De hecho, si se hubieran ahorrado cierta sonrojante escena de transición temporal entre ambos actores (en la que osan colocarle a Willis una peluca alopécica), todo habría encajado de maravilla. 

Sí, el chico de (500) days of Summer está como muy raro. Creo que se ha hecho algo en el pelo

   Pero vamos a lo que importa. Como estamos hablando de ciencia-ficción seria post-Nolan, qué menos que hablar del guión, un estimulante pastiche de Terminator, Regreso al futuro, La profecía y muchos más (incluso es homenajeada, no sé si voluntariamente, X-Men 3, aquella película que todo el mundo odió a muerte menos yo, hipster de pura cepa). El libreto de Looper comienza de manera inmejorable, introduciéndonos la voz en off de Gordon-Levitt, muy a lo noir, un futuro triste, cutrísimo y bastante realista, con drogas, violencia visceral y tetas. Se nos presenta a su personaje, un ser complejo y muy gris con el que es bastante difícil simpatizar en un principio, y a la par se desarrolla la secuencia más original de la función, centrada en Paul Dano y en un montón de desmembraciones inesperadas.
   Cuando aparece Bruce Willis la cosa mejora todavía más, erigiéndose toda una montaña rusa que, sin embargo, se acaba demasiado pronto, en el momento en que aparecen Emily Blunt y el niño repelente, y la cosa decae. La historia se va haciendo cada vez más recargada y extraña, hasta llegar a un estallido (literal) en el que ya optas por creerte cualquier cosa. Como coincide justo con la mayor aglomeración de escenas de acción, tampoco te cuesta mucho, sobre todo cuando ves a Bruce Willis repartiendo estopa con una metralleta y esperas entusiasmado a que suelte algún chascarrillo que, desgraciadamente, no llega. Ni un "No me quedaban balas", ni un "Te voy a meter un camión por el culo", ni siquiera un simple "Puto hámster". Pero es Bruce Willis pegando tiros. Qué más queréis.

"¡Ho, ho, ho, ahora tengo una metralleta!"

   A lo que voy, el guión es bueno, tiene buenas ideas, pero intenta abarcar demasiado, retorciéndose sobre sí mismo y cayendo en un montón de cosas mal explicadas y lagunas que un espectador medianamente avispado no dejará de poner en evidencia al comentarla posteriormente. Además, Jeff Daniels es tristemente desaprovechado, y otros personajes o bien caen en el olvido o tienen un final absurdo. Muy irregular todo. 
   Por lo demás, Rian Johnson (supongo que se pronunciará igual que Ryan) hace un sobresaliente trabajo en la dirección, consiguiendo que Looper, con ciertos altibajos, sea entretenida, incluso adictiva, en todo momento. Los efectos especiales no están demasiado mal teniendo en cuenta que la película se hizo con dos duros (y por tanto no sé qué necesidad había de meter una jodida moto voladora), y Joseph Gordon-Levitt está inconmensurable, tanto imitando a Bruce Willis (que le sale que te cagas, a la altura de José Mota) como componiendo su propio personaje, ese trágico asesino yonki llamado Joe.
   Hay que ver la película, en definitiva. Pasaréis un buen rato y luego podréis desbarrar todo lo que queráis sobre algunos giros del guión o, mismamente sobre el final, que es extremadamente, como diría yo, aséptico (cual dicharachera peonza girando). Los viajes en el tiempo es lo que tienen, que molan mucho. Salvaron la saga Men in Black, nos hicieron creer por un ratillo que Ashton Kutcher era buen actor, lanzaron la carrera de Guy Pearce... y sobre todo, trajeron consigo un DeLorean. Y, sólo por eso, siempre conseguirán que pague un precio progresivamente más escandaloso para visionar el próximo rompecabezas. Es lo que querrían Doc Brown, su perro Einstein y Marty McFly. Cómo los quiero.

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