miércoles, 17 de octubre de 2012

Las utopías molan

Hubo una vez, no hace mucho tiempo, en la actualidad, un tipejo increíblemente listo e increíblemente progre que decidió ponerse a escribir guiones. Llamó la atención de los grandes estudios con ganas de ser oscarizados, y fue contratado para escribir sobre la vida de Mark Zuckerberg, un capullo que conseguía parecerlo aún más yendo a todos lados con chanclas, y otro sobre... no sé, el tío del que hacía Brad Pitt en Moneyball. Su nombre era Aaron Sorkin, y hoy toca amarle de nuevo, pero con una rompedora pizca de cinismo y desencanto, que es lo que se lleva actualmente a lo largo y ancho del mundo, cual enorme y maloliente vaso medio lleno... de veneno.

A éste le corta el pelo su mamá

   Y es que han puesto a parir The Newsroom, la nueva serie de Aaron Sorkin, en EEUU. Algunos argüirán "Claro, tiene demasiada dosis de cruda realidad para el paladar de los norteamericanos, y siempre duele que a uno le digan las verdades a la cara. Además, la mayoría de ellos son gilipollas". Eso de la mayoría no lo sé (me informan de que algunos iluminados aún se creen eso de que John Wayne fue un cowboy de verdad que mató pieles rojas a mansalva en sus tiempos mozos), pero lo que sí sé es que las mejores series y las mejores películas se producen en territorio comanche, y que, en cuanto a gilipollas, en España nos salen a devolver. 
   The Newsroom tiene la dosis de realidad indispensable para sacar en adelante el argumento (a los de la LOGSE, la cosa va de noticias), y poquísimo más. De hecho, es una serie 100% (norte) americana, patriótica sin llegar a apestar, y sus protagonistas se asientan en la certeza de que América, perdón, EEUU, si no es el mejor país del mundo poco le falta. ¿Antiamericana? Von Trier sí que hace cosas antiamericanas, y sin siquiera haber pisado este país en su vida. Los genios son así.
   Los críticos de EEUU, que también son bastante gilipollas después de todo, apuntan en otra dirección, no sé si sólo por no parecer fachas. Para empezar, el guión es absolutamente utópico, irreal, el periodismo no es así (yo no lo sé y es probable que nunca lo sepa, así que nada que objetar en principio). Los personajes son también irreales, todos listísimos, todos hablando como House, sabiendo siempre qué respuesta es la mejor para quedar como los putos amos que son (estoy bastante de acuerdo). El empleo de la música no es nada original, habrá sonado Fix you o Baba O`Riley como en un millón de series anteriores; y la actuación del chaval de Slumdog Millionaire (quien por lo visto no acabó trabajando en un locutorio) es infumable. De acuerdísimo. Los sacrosantos diálogos de Sorkin han perdido el efecto sorpresa. Bueno, por ahí sí que no paso.

"Entonces ya no tendré que volver nunca más a la India, ¿verdad? ¿Verdad?"

   Es probable que esos inefables seguidores del boyerismo se hayan olvidado de que están ante una maldita serie, una obra de ficción. ¿Qué más da que todo sea una utopía, o que los personajes sean demasiado inteligentes? Creo que todos estamos bastante hartos de la realidad y de aguantar imbéciles a todas horas. ¿La música? ¿Acaso no es siempre un placer escuchar Baba O`Riley mientras se sucede un optimista e inesperado giro de guión? A ver si se calman un poco, diantre. Que The Newsroom es una gran serie, y Aaron Sorkin sigue siendo el más grande.
   Tenemos a Jeff Daniels como protagonista, uno de los Dos tontos muy tontos (sí, lo siento, es la única película que me viene a la mente), el presentador de News Night, el cual protagoniza el mejor inicio de una serie que he visto en mi vida (siguiéndole de cerca David Duchovny en Californication). Luego está la guapa Emily Mortimer (Match Point), componiendo un personaje muy atractivo al principio pero que con el paso de los capítulos se irá haciendo sucesivamente más irritante. Qué más. Sam Waterston, como el simpático jefe de la pajarita; los personajes de Jim Harper y la becaria Maggie; el novio de ésta, Dom (un personaje al que le pasa exactamente lo contrario que al de Emily Mortimer); el hindú informático; y la neurótica economista, probablemente mi personaje favorito, y eso que odio la economía con todas mis ganas. 
   Ah, y más os vale no discutir con ninguno de estos personajes, porque es totalmente imposible que ganéis. Incluso aunque ellos se empeñen en que el guión de Avatar no fue escrito por un niño disléxico, dará igual, te acabarán convenciendo de que no es así. Semejante ejército de cerebros no se ha visto nunca, un ejército donde todos manejan el sarcasmo como nadie, incluso la becaria Maggie, que unas veces parece más tonta que una zapatilla y otras parece hacer oposiciones para ser candidata al Nobel (o para ganarlo, que últimamente lo consigue cualquiera). Tampoco pasa nada, pero un espectador de capacidad intelectual media puede llegar a sentirse tonto e incluso, dentro de su autoprocalamada estupidez, a discernir que todos los personajes son muy parecidos unos de otros.
   Los diálogos son magníficos, qué le vamos a hacer. Inteligentes (no podía ser de otra manera), divertidos, dinámicos, rodados con nervio, los actores hablando y hablando y hablando con total naturalidad. Cada uno es una pequeña joya que deja en pañales a la mayoría de las series de la actualidad. 

Los protagonistas. No os dejéis engañar por su aspecto, no son seres humanos

   Pero, siguiendo con el análisis del guión (que es la pieza angular de The Newsroom), va a ser que no basta con estas pequeñas obras de arte para alcanzar la perfección. Y ocurre que, algo que sinceramente no me esperaba, éste llega a pecar de maniqueo. Will McAvoy (Daniels) y su equipo son la gran esperanza norteamericana, los adalides del pensamiento liberal y los defensores del periodismo bien hecho, y todos dentro de él son los mejores, los más sinceros, los que tienen más principios y cojones. Y en contraposición, los ogros de la directiva del canal, los que sólo se preocupan por los índices de audiencia y por llevar a cabo las noticias con más morbo. Entre medias, el periodismo rosa (pero de esto no tengo queja) y el Tea Party. Blanco y negro. Y si le añadimos a esto unos líos amorosos bastante irrelevantes a la par que divertidos nos da como resultado un guión que ya quisiéramos manufacturar muchos, pero que dista mucho de llegar al nivel de maestría conseguido en Mad Men o Boardwalk Empire.
   No quita, por supuesto, que la serie sea asombrosa. No tiene un solo capítulo malo (lleva una única temporada en antena), y supone un material que cualquier estudiante de Periodismo debería visualizar. No para informarse del funcionamiento de los telediarios o las fuentes (que para eso ya nos tienen entretenidos con camaritas y polladas en la universidad), pero sí para forjar un código de valores que les será muy útil tanto a ellos como al mundo en años venideros. A lo mejor, si The Newsroom hubiese sido estrenada hace diez años, hoy no existiría el Sálvame, y todos seríamos mucho más felices. 
   Vamos, que las utopías molan, y un poco de optimismo nunca viene mal. Si alguno al acabar la primera temporada se siente violento con tanto buen rollo, que vea Network, de Sidney Lumet, y vuelva a deprimirse. Que lo que nos gusta, joder.

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