jueves, 5 de diciembre de 2013

MASTURBACIÓN

El siguiente artículo podría comenzarlo con un afectado, "¿Qué diantre le está pasando a Ridley Scott últimamente?, ¿por qué es tan espantosamente malo todo lo que hace ahora?", si no fuera porque, será mejor que os sorprendáis de mi independencia de criterios, a mí el señor este nunca me ha parecido nada del otro mundo. Blade Runner me resultó pedante y espantosamente aburrida, Alien me dio asco, recuerdo que vi Legend pero no es un recuerdo bonito, Hannibal es, en una palabra, horrible, y American Gangster entretenidilla sin más. En el otro lado tenemos a Gladiator y a El reino de los cielos, una que es un auténtico clásico por méritos propios y otra que, de tan infravalorada como fue, me gusta decir que es la peli que más me gusta de Ridley Scott. Ah, y casi se me olvidaba; por último están Prometheus y El consejero, sus dos últimos trabajos que son, hablando simple y llanamente, un completo despolle.
   Actualmente, lo más provechoso para Ridley sería encogerse de hombros y decir que ya no se toma la profesión tan en serio como antes, y que simplemente quiere divertirse tomándonos el pelo. Se le murió el hermano, ¿alguien tendría algo en contra? Seguramente sí, y serían los mismos incapaces de disfrutar con el que yo llamaré, porque sí, "el nuevo Ridley". El Ridley que sabe de sobra dónde colocar la cámara pero que ya se la repampinfla todo, y disfruta haciéndolo sobre guiones que no hay por donde cogerlos. Así, Prometheus, a menos que pagues por verla, puede que sea una de los filmes más involuntariamente divertidos de la historia (el que no se ría con la escena de la serpiente alienígena esa es que no tiene ni corazón, ni criterio cinematográfico, ni ha leído a Tarkovski ni nada), y El consejero, la obra que fui a ver ayer al cine porque estoy loquísimo, una con la que, dentro del despropósito que es todo, te lo vas a pasar hasta bien. O eso creo. Yo me lo pasé bien. 

Javier Bardem y Fassbender, hablando

   Si antes fue Damon Lindelof quien se hizo la paja mental y la transcribió, esta vez el turno es de Cormac McCarthy, un señor que, para qué nos vamos a engañar, más respeto que el otro cagabandurrias impone. Ha escrito No es país para viejos y La carretera, y ahora vuelve a las andadas con su típica fábula moral sobre la corrupción, el capitalismo y la intrínseca maldad del ser humano. Y su guión está tan recargado de diálogos que asfixia la dirección de Ridley Scott y no le deja mucho por hacer, salvo encuadrar con muy buen gusto un cunilingus por debajo de las sábanas y rodar una muerte muy bestia deleitándose con ello. A lo que voy, leeréis por ahí que El consejero es una peli de Cormac McCarthy más que una de Ridley Scott, y no iréis desencaminados. Pero de ahí a decir que el nuevo Ridley no hace nada bueno, es como pasarse un poco con él.

Penélope Cruz y Fassbender, aquí hablando también

   Lo que sí que es cierto es que El consejero es una peli "de guión", totalmente subordinada al diálogo. Y el guión que ha escrito Cormac McCarthy es, curiosamente, una completa basura. Atención, maticemos, es una completa basura en cuanto a desarrollo y construcción de personajes, en cuanto a argumento y desarrollo de éste, y en cuanto a su intento de conseguir enganchar a alguien. Pero, en cuanto a diálogos, es una maravilla. No me extasiaba tanto viendo a gente hablar en un cine desde Malditos bastardos. Diálogos mordaces, intensos, para enmarcar, repletos de dobles sentidos y frases sentenciosas, inmersos en una sorprendente aura literaria (puede que ésta se la única película en la que alguien se pueda reír al escuchar la palabra "cicuta"), y abocados a transmitir el conflicto interior de unos personajes que, desgraciadamente, son una cagarruta. Y lo más cachondo es que tanta palabra escrita no ayuda lo más mínimo a que la trama se entienda. No sé, en serio, esta peli es rara de cojones.

Brad Pitt y Fassbender, de nuevo hablando. En esta película la gente habla mucho. Sobre todo con Fassbender

   Los actores están todos muy bien. Michael Fassbender es un portento de la madre naturaleza, tanto en habilidades interpretativas como en cuestión de genética (aquí no se le ve el rabo, pero sí lo usa, y según dicen muy bien, claro que sí); Javier Bardem se ha vuelto a cortar el pelo de manera horrible para entregarnos otra gran interpretación (en el que pueda ser su personaje más simpático en años); Penélope Cruz un día de éstos conseguirá hablar inglés, como mínimo, con la misma fluidez que Ana Botella, pero hasta entonces seguirá convenciendo medianamente (incluso en este típico rol de tía que no se entera de nada de lo que pasa pero lo pasa fatal); Brad Pitt es el puto amo y bebe cervezas Heineken como nadie; y Cameron Díaz... pues bueno, voy a tener que hacerle una mención especial. Yo no tengo ni idea de qué iba su personaje, de si era bueno o malo, o si era mi impresión o tenía las tetas más grandes que cuando Algo pasa con Mary pero más pequeñas que en La Máscara: el caso es que esta señora (la voy a llamar señora porque creo que ya tiene una edad, pero sólo creo) protagoniza la mejor escena de la película, y justo es mencionarlo. No porque lo haga genial (es Bardem el que lo borda en dicha escena), sino porque mola mucho lo que hace. Y dicha escena no sabes absolutamente a qué carajo viene, como todo, pero, igualmente, mola mucho.
   Lo demás no hay por dónde cogerlo, sin embargo. Las escenas sin apenas diálogo, o en las que no sale ninguno de los protagonistas, parecen cortinillas de estrella muy largas y pesadas (una se compone hasta de un tiroteo en el que no conoces a nadie ni te importa nadie lo más mínimo) y se limitan a reforzar el mensaje subyacente a toda la película: "huuuy, verás cuando venga el cártel, qué malo es el cártel, cuando venga el cártel te vas a cagar". También hay otro subconjunto distinto de escenas: aquéllas en las que sale un actor famosillo haciendo NADA, sólo para que alguien diga, "Anda, si es el de Breaking Bad", "Anda, si es la de Juego de Tronos", "Mira al de El hundimiento, no cambia la cara el tío ¿eh?", "Y por ahí va... ¿John Leguizamo?".

"¡Mi buena racha comenzará un día de éstos, lo sé! ¡LO SÉ!"

   Por si fuera poco, para aumentar la vergüenza ajena, llega un punto, cuando todo se ha desmadrado (y ya era hora, porque la peli ha tardado en "arrancar" como cincuenta minutos), en el que lo absurdo de la historia se mezcla indisolublemente con los diálogos shakesperianos y nos plantamos con una de las escenas más bochornosas pero, por qué no, más divertidas, que he visto en el cine últimamente. Hablo de cuando Fassbender está fatal, súper desesperado, y llama a un tío mexicano para que le ayude, y ese tío mexicano resulta ser Paulo Coelho. En serio, ni la visión anterior del trailer de Ismael (con el gran Mario Casas, qué puto genio de la comedia), consiguió que me riera tanto.
   En resumidas cuentas, la última peli del nuevo Ridley no hay por donde cogerla. Tiene varias cosas buenas, concentradas en los diálogos, en Cameron Diaz haciendo guarradas y en una escena sobre el final que sí que logra inquietar levemente (el disco que le llega a Fassbender a su piso), pero el resto es un cúmulo de absurdeces y sinsentidos que puede, o bien molestar al respetable (como ha pasado normalmente), o divertir a gente como yo. Como digo, me lo he pasado muy bien en el cine. Ha sido un guilti plesur de ésos. 
   Para ver en sesión continua con Prometheus y luego ya, si eso, tirarte por un puente.

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